Newsletter
Suscríbete a nuestro Newsletter y entérate de las últimas novedades.
Eran los años sesenta cuando se comenzó a estudiar los posibles vínculos entre fumar cigarro y el cáncer, tanto por parte de investigadores independientes como la misma industria del tabaco. Ésta última, bajo el miedo de que potenciales hallazgos terminen afectando al sector, financió varias investigaciones con el propósito de dar la impresión de que los peligros del cigarro aún eran una cuestión abierta (Cummings et al., 2007). En un interesante memorando secreto escrito en 1979 por la tabaquera Brown & Williamson, se pudieron conocer las motivaciones detrás de esta campaña, donde un ejecutivo afirma: “la duda es nuestro producto, ya que es el mejor medio para competir con el ‘cuerpo de hechos’ que existe en la mente del público en general. También es el medio para establecer una controversia”. Se podría decir que las empresas tabaqueras ya sabían hace 60 años que fumar causa cáncer, pero al resto de nosotros nos tomó medio siglo llegar hasta allí, debido a sus influencias y su campaña estratégica.
Con este mismo ejemplo es que Tommaso Valletti, profesor del Imperical College London y ex economista jefe de competencia de la Comisión Europea, se basa para explicar lo que podría estar pasando hoy en día en el mundo de la libre competencia. Tanto en la videoconferencia “Hot Topics on Antitrust and Competition Law” organizada por el Instituto de Derecho de la Competencia (IDC), como en su reciente artículo “Doubt is Their Product”: The Difference Between Research and Academic Lobbying, Valletti explora la interacción entre la investigación en economía, el asesoramiento de políticas públicas y el lobby, advirtiendo sus principales preocupaciones en torno a la creciente influencia de lo que el llamaría los “centros de lobby”.
Valletti comienza destacando los crecientes avances que se han hecho en el último tiempo en materia de libre competencia por parte de economistas destacados, donde su investigación académica ha logrado explicar con mayor precisión las causas y consecuencias del poder de mercado y la concentración. En particular, Valletti trae a la luz tres investigaciones recientes que han captado la atención de diversos grupos y que han logrado ser publicadas en las revistas más prestigiosas de la disciplina.
Por un lado, el trabajo de De Loecker et. al (2020, Quarterly Journal of Economics) proporciona evidencia de un aumento histórico en los márgenes —la capacidad de las empresas para elevar los precios por encima de sus costos variables — de empresas que cotizan en la bolsa estadounidense, donde además dan cuenta de un aumento bastante dramático a partir de los años ochenta, atribuido principalmente a la cola superior de la distribución de los márgenes.
Por otra parte, Azar et al. (2018, Journal of Finance) estudian los efectos anticompetitivos de la propiedad común en la industria de las aerolíneas, donde muestran cómo es que varias de las aerolíneas competidoras están en realidad en manos de un pequeño grupo de propietarios comunes. Esto es relevante ya que, si uno traza la evolución de los niveles de concentración usando la medida estándar, el índice Herfindhal Hirshman (HHI), uno encuentra que la concentración no varía mucho en el tiempo. Sin embargo, cuando uno comienza a tomar en cuenta el hecho de que habría inversionistas que simultáneamente son propietarios de más de una aerolínea, podemos ver cómo han aumentado los niveles de concentración en el tiempo. Para Valletti, lo más relevante de este estudio es que logran encontrar un vínculo causal entre propiedad común y aumento de precios en los boletos a lo largo de esas rutas. Por lo tanto, los viajeros de aerolíneas parecen ser los perdedores en presencia de propietarios comunes.
Finalmente, Cunningham et al. (2020, Journal of Political Economy) analizan adquisiciones en la industria farmacéutica, encontrando que algunas de estas son «killer acquisitions», en el sentido de que el adquirente compra estas empresas únicamente para descontinuar sus proyectos y evitar que surja competencia futura. Esto es particularmente cierto cuando los medicamentos de los antiguos competidores se superponen con la cartera de productos existente del adquirente y cuando el poder de mercado del adquirente es grande. Estas adquisiciones también ocurren de manera desproporcionada justo por debajo de los umbrales para el escrutinio antimonopolio, de modo que no son examinadas por las autoridades antimonopolio (el denominado umbral de revisión Hart-Scott-Rodino o HSR).
¿Qué es lo que ha sido particularmente inusual en estas investigaciones? En la conferencia del IDC, Valletti cuenta que, durante su tiempo en la Comisión Europea, quedó sorprendido ante el nivel de pánico que se generó alrededor de estos hallazgos por parte de ciertos sectores empresariales tales como farmacéuticas y, especialmente, por parte de sus consultores privados que intentaron todo tipo de formas para disminuir su importancia: “(…) de pronto me encontré con una serie de pseudo-académicos y pseudo-centros, cuyo trabajo era simplemente tratar de refutar estos hallazgos”. Y para alguien que proviene del mundo de la academia, le llamó la atención descubrir la cantidad de centros de investigación que no solamente están constantemente elaborando policy briefs, sino que además suelen organizar seminarios, talleres y eventos de capacitación donde invitan regularmente a policymakers vinculados con libre competencia.
Desde su punto de vista, estos centros vienen a ser espacios para hacer lobby. Su preocupación principal está lejos de ser académica. Básicamente, se dedican a producir panfletos bien redactados, pero a menudo con graves errores en el uso y aplicación de la teoría económica moderna. También organizan cursos de capacitación para jueces, agentes antimonopolio y reguladores del sector y se les enseña ideas económicas “(…) que no reflejan lo que la disciplina ha producido en los últimos 40 años. Estos ejecutores escuchan que los mercados son competitivos, que las fusiones producen eficiencias, etc., casi independientemente del caso en cuestión”.
¿Cuál es el objetivo? En opinión de Valletti, se trata de arrojar humo y dudas frente a los políticos y policymakers, donde ellos tienen amplio acceso e influencia. El problema que vislumbra el economista es que los encargados de ejecutar la ley no suelen ser capaces de distinguir entre lo que es una investigación rigurosa de lo que, en cambio, es una pieza de advocacy. Las industrias se aprovecharían de esto, pagando a personas sólo para tener a alguien que pudiera decir «sí, existe un artículo sobre killer acquisitions, sin embargo, aquí hay otro artículo que dice otra cosa», como si esa comparación fuese uno-a-uno en cuanto a calidad y rigurosidad académica.
Valletti advierte también la poca transparencia de estos centros respecto a su financiamiento, mencionando como ejemplo los vínculos que tiene el Global Antitrust Institute con las empresas Big Tech tales como Google, Amazon o Qualcomm. Esto es problemático ya que da cuenta de la agenda oculta de gran parte de estos centros. Y se podría decir que sus esfuerzos han dado fruto: en un estudio reciente de Ash et al. (2020) encuentran que los jueces, después de participar en capacitaciones de estos centros, aumentan su probabilidad de votar en contra de las agencias reguladoras y en contra de las protecciones antimonopolio.
Si bien Valletti reconoce que está lejos de conocer la solución para abordar este problema, ofrece algunos consejos a los académicos interesados en políticas públicas. En primer lugar, Valletti invita a los académicos a pensar mejor la forma en que escriben sus artículos, donde les recomienda tener un artículo de política pública como complemento al artículo de investigación, cuyo objetivo sea explicar sus hallazgos pensando específicamente en los legisladores. Así, les desafía a tratar de lograr un equilibrio entre calidad académica y la relevancia política. En segundo lugar, Valletti advierte lo excesivamente parroquial que se ha vuelto el campo de la organización industrial, lo que podría conducir hacia una creciente irrelevancia del campo si no se hace nada al respecto.
En tercer lugar, recomienda a los académicos a no esperar a estar absolutamente seguros para dar recomendaciones de política pública: “Con demasiada frecuencia, terminamos nuestros artículos con la frase: ‘Necesitamos más investigación’. Esto está bien en la redacción académica, pero es una sentencia de muerte en la política. Significa que el status quo no cambiará”. Valletti no está haciendo una invitación a abandonar la rigurosidad, sino más bien a aprender a vivir con la incertidumbre y el tiempo limitado que se tiene a la hora de formular políticas públicas. Finalmente, hay que considerar que los policymakers son muy aversos al riesgo y que, en última instancia, en su mayoría están dispuestos a escuchar la evidencia existente de la investigación independiente.
ProMarket, “Doubt is Their Product”: The Difference Between Research and Academic Lobbying – Tommaso Valletti (28 de septiembre, 2020). Ver aquí
Instituto de Derecho de la Competencia – Video seminario Hot Topics on Antitrust and Competition Law. Ver aquí