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En Chile, el aceite de cocina es un producto de uso cotidiano en la alimentación de millones de personas. Por ello, el alza sostenida de sus precios -desde el año 2019 y especialmente durante el año 2022- generó preocupación tanto en autoridades como en consumidores.
En este contexto, el 27 de febrero de 2025, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) resolvió archivar una investigación por presunta colusión en el mercado de la distribución y comercialización minorista de aceites comestibles vegetales, en particular, los aceites de maravilla y de soya, los más consumidos en Chile (en adelante, “Aceites”). La indagatoria, iniciada en agosto de 2022, se originó a partir de denuncias de parlamentarios y alcaldes, quienes advirtieron un aumento simultáneo y sostenido en los precios del producto.
La investigación se centró en determinar si las alzas de precios del Aceite observadas durante el periodo 2019-2022 eran consecuencia de un acuerdo entre empresas para fijar precios. Para ello, la Fiscalía recabó antecedentes de importadoras, supermercados y fuentes públicas, e identificó una serie de elementos que le permitieron evaluar la dinámica del mercado y su posible vinculación con conductas anticompetitivas.
Desde una perspectiva estructural, la FNE identificó diversas características del mercado de aceites que dificultan la posibilidad de coordinación entre competidores. En primer lugar, si bien el aceite de cocina es un producto homogéneo y con baja diferenciación entre marcas, el mercado no tiene barreras significativas a la entrada. En segundo lugar, en el ámbito del aceite importado no existe una alta concentración: más del 50% de las importaciones se reparten entre al menos siete empresas. Esta atomización dificulta la coordinación, ya que ningún actor tiene un control significativo del mercado ni la capacidad de imponer condiciones al resto. En tercer lugar, a nivel de comercialización minorista, los supermercados no concentran la mayoría de las ventas, teniendo entre el 20% y el 40% de la participación de mercado (lo que varía según el tipo de aceite).
El análisis de la FNE permitió identificar que el mercado chileno del aceite está fuertemente expuesto a las condiciones internacionales. En 2022, más del 90% del aceite consumido en el país era importado, principalmente desde Argentina. Además, las alzas de precios en dicho año coincidieron con una serie de contingencias globales: interrupciones en las cadenas de suministro causadas por la pandemia -lo que generó una menor disponibilidad del producto-, una sequía en la zona del Mar Negro —clave en la producción de aceites— y la invasión de Rusia a Ucrania (nótese que estos dos países concentraron el 71% de las exportaciones de aceite de maravilla el 2021). Todos estos eventos generaron un escenario de escasez a nivel internacional, impulsando los precios globales, lo que posteriormente se tradujo en aumentos a nivel local.
La FNE analizó cómo los precios internacionales del aceite impactaron en los precios locales. Para ello, comparó la evolución de los precios locales con los precios de mercados internacionales relevantes —como Argentina, que es el principal importador de aceite para Chile, y Holanda. Al respecto, la Fiscalía halló una alta correlación entre ambas variables: los precios del aceite en estos mercados se mueven de forma similar (con un cierto rezago), tal como se puede visualizar en el Gráfico 1.
Gráfico 1: Evolución del precio de aceites de Maravilla y Soya, 2014-2022
Fuente: Elaborado por la FNE en base a información recopilada por ODEPA, INE y el Banco Central de Chile.
De este modo, estas fluctuaciones del precio del aceite (en general, movimientos al alza), se explicarían por determinados hechos puntuales, que ya fueron enumerados (pandemia, guerra, sequía). Esto es consistente con el análisis que realizó la autoridad de competencia de Bulgaria sobre su propio mercado de aceite, llegando dicha autoridad a la conclusión de que el alza de precio se debió a eventos internacionales (al respecto, ver la Declaración de Prensa de la autoridad búlgara sobre el mercado de producción y comercio de aceite de maravilla).
Sumado a lo anterior, para evaluar si los supermercados estaban coordinando precios, la FNE usó un indicador llamado Coeficiente de Variación, que mide qué tan distintos o parecidos son los precios de venta de cada supermercado. La lógica es simple: si hubiera colusión, los precios deberían volverse cada vez más parecidos, y eso se vería como una baja sostenida en este coeficiente a lo largo del tiempo. Al revisar los datos entre 2019 y 2023, no se observó esa tendencia. Como muestra el Gráfico 2, los precios de venta entre supermercados no mostraron una evolución común, ni se “acercaron” frente a las alzas o bajas de los precios internacionales.
Gráfico 2: Coeficiente de Variación de precios de Aceites de cocina en Supermercados, 2019 – 2023
Fuente: Elaborado por la FNE en base a información recopilada por empresas oficiadas.
En conclusión, la FNE estimó que no existían elementos suficientes para acreditar un acuerdo colusorio entre los vendedores de aceite, a la vez que existen explicaciones económicas alternativas al alza de precios observada en el periodo 2019-2022. En consecuencia, la Fiscalía decidió archivar la investigación.
Esta labor de la FNE se puede enmarcar en una serie de investigaciones relativamente recientes de la misma autoridad sobre alimentos básicos. Así, en enero de este año la FNE archivó una investigación de colusión en el mercado de la papa, por similares razones a las comentadas en esta nota (i.e., escasez internacional). Por otra parte, este mes la FNE presentó un requerimiento por colusión en el mercado del pan en la provincia de Iquique, solicitando multas.