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El pasado jueves 27 de octubre, la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile (FEN) contó con una distinguida visita. Se trató del reconocido economista y Premio Nobel de Economía (2001), Joseph E. Stiglitz, quien durante su estancia en la facultad dictó dos conferencias: “Understanding Macroeconomic Disequilibrium” y “People Power and Profits: Reforming the Global Economy”. La primera de ellas contó con la participación, además, del exministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, y el decano de la FEN, José De Gregorio.
En la primera conferencia, el Nobel, conocido por su trabajo en el análisis de mercados con información asimétrica (en conjunto con George Akerlof y Michael Spence), planteó su propuesta teórica sobre el desequilibrio. En tanto, para la segunda conferencia, el académico enumeró las diversas falencias y contradicciones del neoliberalismo, y cómo estas pueden ser superadas por la propuesta que trata en su libro “Capitalismo progresista: La respuesta a la era del malestar”.
En virtud de lo anterior, y con la intención de ahondar en los argumentos desarrollados durante las dos conferencias, revisamos a continuación los principales tópicos abordados durante dichas sesiones.
Según el profesor estadounidense, la economía ha sido un campo que se ha visto muy influenciado por la física del siglo XIX. En ella predominaban las teorías de equilibrio, y la búsqueda de sus fuerzas inspiró la evolución del pensamiento económico estándar. Sin embargo, el mundo en el que vivimos no es mundo de equilibrio. De hecho, sería más preciso describirlo como un mundo de “desequilibrios”. Una breve mirada a los últimos 20 años debería bastar para entenderlo así.
En palabras de Stiglitz, “la teoría económica que busca emular la física del siglo XIX no es realmente adecuada para un mundo donde hay constantemente shocks que son totalmente impredecibles y tienen consecuencias muy importantes” (esta cita, y las siguientes, son una traducción al español de las palabras emitidas por Joseph Stiglitz).
Para el economista, son muchas las cosas que no se pueden predecir y que no se saben. No obstante, algo se conoce sobre cómo opera el sistema económico y cómo reaccionar ante varios tipos de shocks, a través de distintos tipos de intervenciones. En reconocer ese conocimiento limitado estaría la clave para asumir que los modelos de equilibrio macroeconómico tienen la dinámica incorrecta.
A modo de ejemplo, el académico citó el caso de la crisis financiera de 2008. En ese entonces, hubo economistas que estaban desconcertados con que no se había podido predecir la crisis. Sin embargo, Stiglitz sostuvo que, en realidad, era imposible que aquello pudiera suceder, pues el nivel de irracionalidad del momento iba mucho más allá de lo que los modelos con racionalidad estándar podían manejar.
De esta manera, el expositor comentó que, si bien siempre será necesario hacer simplificaciones en los modelos, lo importante es preocuparse por hacer las simplificaciones correctas. En esa línea, se argumentó que “el modelo estándar tiene una especie de disonancia cognitiva, porque asumes que estas en equilibrio y luego, lo que sucede es que descubrimos una y otra vez que no lo estamos”. Por lo tanto, en palabras del economista, la suposición de equilibrio estándar estaría equivocada.
En función de lo anterior, el Premio Nobel quiso enfatizar que hacer inferencia en momentos turbulentos es mucho más difícil de lo que sería usando un modelo de equilibrio. La heterogeneidad del entorno puede desembocar en que la respuesta óptima a los shocks sea muy distinta de la que se predeciría en dichos modelos. De este modo, el economista comentó que la teoría del desequilibrio devolvería a la macroeconomía a mejores bases, en el sentido de que se dejaría de asumir que se saben cosas que realmente se desconocen. A esto añadió que, “si nos centramos en lo que sabemos sobre la base de modelos de desequilibrio, creo que podemos hacer un mejor trabajo y una mejor política que pretender que sabemos más de lo que realmente sabemos”.
Ya en su segunda conferencia, Joseph Stiglitz reveló una de sus motivaciones para visitar nuestro país. Al respecto, mencionó que “como saben, su presidente [G. Boric] en una de sus grandes declaraciones de campaña, que me encantó, fue que si Chile es el lugar donde nació el neoliberalismo, Chile sería el lugar donde sería enterrado. Entonces, una de las razones por las que estaba tan entusiasmado de venir a Chile era para ver el entierro y estar en el funeral. Pero, lamentablemente, hay un dicho que dice que tiene nueve vidas. El neoliberalismo debería haber muerto muchas veces antes, y parece muy difícil enterrarlo. Y eso parece ser cierto incluso en Chile”.
El expositor añadió que el neoliberalismo fue una de las malas exportaciones de Estados Unidos, y que debían disculparse por la exportación de las ideas de Chicago. Sin embargo, también agregó que “finalmente en los Estados Unidos ya ha comenzado la discusión sobre cómo se verá el mundo después del fin del neoliberalismo. Se ha convertido en un gran tema de discusión e investigación”.
El invitado definió el neoliberalismo como aquel conjunto de ideas, basadas en la noción de mercados eficientes, que promovía la desregularización de la economía, la apertura al libre comercio, la liberalización de mercados y la privatización. Según esta concepción, la promesa sería de eficiencia y no de equidad, sin embargo, eso no tendría que ser motivo de preocupación, porque la economía se basaría en el goteo y, como tal, todos se beneficiarían del crecimiento económico.
Según Stiglitz, lo anterior no resultó ser cierto, pues el mundo terminó siendo más inestable e ineficiente después del neoliberalismo. “Cuando dices que Estados Unidos es un país muy próspero, es un poco discutible. Si eliges los padres correctos, y es muy importante escoger los padres correctos, estarás en el lugar indicado y te irá muy bien. Pero si cometes un error, y esto es realmente importante, no cometas el error de elegir a los padres equivocados, pues entonces estarás en el noventa por ciento inferior [de la distribución de ingresos] y entonces tus perspectivas no serán muy buenas”.
El expositor sostuvo lo anterior en la evidencia de que el salario real de las personas de menores ingresos en Estados Unidos es en la actualidad menor que hace 65 años. Lo último quiere decir, en términos reales (esto es, ajustando por la inflación), que los estadounidenses no han percibido un aumento de sueldo en dos tercios de siglo.
Una de las cosas que se han revelado con el tiempo, según Stiglitz, es que no vivimos en una economía competitiva, y en realidad se está volviendo cada vez menos competitiva. Dado esto, la ironía sería que el neoliberalismo se trataba de mercados libres, pero implicaba que se eliminarían las regulaciones que garantizarían que realmente hubiera libre mercado.
En relación con su propuesta, “capitalismo progresista”, el Premio Nobel explicó que no solo se requieren reglas y regulaciones, sino que también se necesita un conjunto de instituciones que fortalezcan el equilibrio entre el mercado y el Estado.
Este conjunto de instituciones, según añadió Stiglitz, debería ser capaz de identificar dónde debe ser dirigida la inversión pública, pero también dónde es necesario que exista regulación para corregir las externalidades negativas y promover las positivas. Los agentes privados no invierten lo suficiente en investigación y obras públicas (que producen externalidades positivas), pero se involucran en actividades de un riesgo excesivo, explotan el medioambiente y se aprovechan de personas más vulnerables (provocando externalidades negativas).
Respecto de la coordinación de este sistema, el expositor indicó que “tenemos que descentralizar la vieja idea de planificación central”. Según él, la noción básica de esto es que los precios son importantes, pero no pueden liberalizarse por completo, en tanto el sector privado debe actuar de forma complementaria con las otras instituciones.
De esta manera, en el fondo, se generaría una “rica ecología” (como fue bautizado por el propio expositor), en donde el sector público podría hacer algunas cosas mejor que los privados, en otros casos no lo haría tan bien (y convendría delegárselo al privado), y en las demás ocasiones ambos sectores podrían competir entre sí.
Otros pilares adicionales de la propuesta del “capitalismo progresista” incluirían un sistema público de seguridad social abierto, de forma tal que cualquiera pueda invertir en él, y una prensa diversificada, independiente de los grandes poderes económicos.
Sobre las virtudes de su propuesta en relación con el neoliberalismo, Stiglitz señaló que el capitalismo progresista, o alguna versión de este, tendría un mejor potencial para crear igualdad, eficiencia y crecimiento en comparación al capitalismo neoliberal, al cual tildó de “fracaso”.
Una vez iniciado el espacio para preguntas de la segunda conferencia, el expositor fue consultado sobre cómo pueden los países subdesarrollados competir con sus pares desarrollados en un entorno globalizado, en donde los últimos buscan imponer sus términos.
En respuesta a lo anterior, el economista señaló que, si bien los países subdesarrollados y pequeños, como Chile, no tienen mucha voz, si actúan colectivamente podrían influir más en el sistema internacional. De esa manera, destacó que la cooperación entre países latinoamericanos podría ayudar en esa materia.
De igual manera, subrayó que, en términos económicos, los países pequeños tienen la ventaja de que solo necesitan encontrar un conjunto de nichos en los que pueden hacerlo bien. Así, no es necesario competir en cada sector económico con los países desarrollados, sino que bastaría con encontrar sectores estratégicos en los que se podría obtener un mejor desarrollo. A modo de ejemplo, Stiglitz citó el caso de Suecia, país para el cual podría haber sido muy difícil competir con los gigantes tecnológicos, pero que ha tenido mucho éxito con Spotify.