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A mediodía del 29 de julio los micrófonos y las cámaras del Congreso de Estados Unidos se encendieron. Ese día testificaron, al mismo tiempo, los líderes de las cuatro más importantes empresas tecnológicas del mundo: Tim Cook de Apple, Jeff Bezos de Amazon, Mark Zuckerberg de Facebook y Sundar Pichai de Google.
El evento era esperado, al punto que un periodista creativo lo llamó antitrust-palooza, en referencia a los recitales de música multitudinarios. La subcomisión de competencia del Congreso llevaba más de un año investigando a estas empresas. Su función es analizar si la ley de competencia, aprobada a fines del siglo XIX, como respuesta a los trust existentes en mercados como el químico o de la gasolina, el tabaco, el acero y los ferrocarriles, y en un mundo que recién empezaba a iluminarse con electricidad, puede seguir defendiendo la economía de mercado en un contexto digital o si, por el contrario, necesita cambios. Y en ese cometido, revisó más de 1.3 millones de documentos, entrevistó a innumerables competidores, empleados y exempleados de las empresas investigadas y recibió informes académicos.
Ahora tocaba levantar el telón y que iniciara un incisivo interrogatorio de cinco horas a estos paladines -si no emperadores, según algunos- de la economía digital. A un lado, estaban en Washington los 15 diputados, demócratas y republicanos, que formaban parte del subcomité. Al otro, vía remota, los cuatro ejecutivos, probablemente en la costa oeste, vestidos discretamente, como si estuviesen graduándose, con fondos de pantalla minimalistas.
Luego del juramento de rigor -y la amenaza de perjurio- cada ejecutivo desarrolló un relato sobre su compañía, con algunos ribetes intimistas. Bezos contó que era hijo de una madre soltera y Pichai que no había tenido acceso a un laboratorio computacional hasta que arribó a Estados Unidos.
Esos relatos permitieron apreciar varias características comunes en las big tech. Todas las empresas son innovadoras -algo que nadie controvertiría- y se iniciaron desde cero hace menos de 30 años atrás. Esa innovación ha ido, según sus ejecutivos- en beneficio de los consumidores, que en general no tienen que pagar por los servicios que se le ofrecen y en donde los costos de cambio se reducen a un par de clics. Todas son empresas estadounidenses y eso sería una expresión de que ese país es líder en emprendimiento, algo que aunque no se dijo, contrasta con Europa. Necesitan escalas para hacer lo que hacen (“no se puede construir un Boeing 787 en un garage”, advirtió Bezos). Además, están sujetas a una intensa y dinámica competencia global, en especial con empresas que están surgiendo en China. Todas dieron a entender que aceptaban el escrutinio a que se les sometía y miraban con buenos ojos la dictación de nuevas regulaciones, en especial en materia de privacidad y seguridad.
La aproximación con la que los integrantes de la subcomisión abordaron ese interrogatorio fue disímil.
Los diputados demócratas se mostraron especialmente críticos. De acuerdo con su valoración estas empresas han ido aumentando su poder a través de sus plataformas. Esas plataformas se han hecho imprescindibles -quien no está ahí se marchita- y las llaves para entrar a ellas las detentan estas empresas. Los consumidores no pagan por los servicios, pero deben entregar su información. Las big tech le cobran comisiones a los vendedores y proveedores de los consumidores, y también compiten con ellos en su propia plataforma. Google y Facebook están principalmente en el negocio del avisaje y ello podría estar afectando a los creadores de contenido, que también necesitan nutrirse de publicidad. En cambio, Amazon y Apple venden esencialmente bienes y compiten con los terceros proveedores de esos bienes, ofreciendo los propios, con información sobre el desempeño de la competencia que existe al interior de su plataforma. Ha habido, según estos diputados, compras de competidores que atentarían contra la competencia, auto preferencias, predación y discriminaciones bajo su esquema de integración vertical y abusos del poder que ostentan.
…parece aconsejable confeccionar un estudio de mercado sobre el mundo digital que permita mapear los temas esenciales y las prioridades para nuestro país. Además, se hace imperioso aprobar la nueva ley de privacidad que lleva años discutiéndose en el Congreso, cuestión que se encuentra íntimamente vinculada con la economía digital.
Al parecer, para estos diputados, la actual econonomía digital, con sus características de plataformas escalables, manejo de información con algoritmos, mercados de dos lados y economías de redes, entre otras, hacen necesaria una nueva caja de herramientas para hacerle frente, con nuevos anteojos y garrotes.
El acercamiento de los republicanos fue distinto. En principio, consideraron que la ley goza de buena salud, y que los problemas podrían provenir de su tímida aplicación. Estimaron que el porte de las empresas no es un problema en sí, ni tampoco sus utilidades y éxitos, sino las posibles conductas que ellas desplieguen. Siguen pensando que el centro de la preocupación debe ser principalmente los consumidores, más que estructuras de mercados u otras variables macros. Sus dardos fueron dirigidos a Facebook y Google por censurar contenido conservador en internet. Además, les preocupaba China, y hasta qué punto estas empresas estaban alineadas con los intereses estadounidenses.
Los resultados de esta investigación serán vertidos en un informe que prometen publicar a fines de este año. Ahí sabremos cuáles son los problemas detectados y las soluciones que se proponen. Mientras tanto, las autoridades de competencia de Estados Unidos están investigando a las cuatro empresas por posibles infracciones a la ley de competencia y el resto del mundo está discurriendo sobre la necesidad o no de establecer una nueva regulación.
Nuestro país no debiera quedarse atrás en esta discusión, y debiera invertir en diagnósticos basados en hechos, en vez de partir redactando proyectos a mata caballos, guiados por algunos escuálidos y dogmáticos principios o intuiciones, sin antes detectar cuáles son los problemas reales.
Como hace un año planteé en este mismo medio, parece aconsejable confeccionar un estudio de mercado sobre el mundo digital que permita mapear los temas esenciales y las prioridades para nuestro país. Además, se hace imperioso aprobar la nueva ley de privacidad que lleva años discutiéndose en el Congreso, cuestión que se encuentra íntimamente vinculada con la economía digital.
Publicado en El Mercurio, 16 de agosto de 2020, Economía y Negocios B 9.