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¿Existen las fusiones eficientes? El caso de la innovación

22.11.2022
CeCo Chile
6 minutos
Sebastián Poblete C. Doctorando en Economía, Northwestern University. Economista de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Economía, Northwestern University. Magíster en Economía, Pontificia Universidad Católica de Chile. Investigación enfocada en Organización Industrial, Economía Laboral y Microeconomía Aplicada. Trabajó Previamente en J-PAL LAC y como docente en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

En una de las conferencias académicas más importantes de Estados Unidos en temas de libre competencia y regulación —“Annual Conference on Antitrust Economics and Competition Policy”—, se discutieron las recientes revisiones a las guías de fusiones de este país. En particular, en este panel (que contó con la participación de reconocidos economistas de la División de Antitrust del Departamento de Justicia (DoJ) y la Federal Trade Comission (FTC)) se discutió sobre la efectividad de que existan buenas razones para, de hecho, permitir ciertas fusiones de gran envergadura cuando sea posible ganar en “eficiencia”. En el panel final de la conferencia, John Kwoka —economista jefe de la FTC— expuso largamente sobre el tema: ¿Existen las fusiones eficientes?

La pregunta por las fusiones eficientes viene dada, en parte, por la capacidad de inversión que tendría una empresa más grande. Al tener mayor capital, la escala de la inversión puede ser tal, que las innovaciones dirigidas a reducir los costos marginales de producción ocurran con mayor probabilidad. Además, si existen externalidades tecnológicas (esto refiere a que las ideas son bienes públicos, luego, cuando una idea existe, es fácil de replicar y esto no es necesariamente aprovechado óptimamente en mercados competitivos), fusionar empresas podría permitir que el ente resultante de una fusión aproveche (internalice) de mejor manera las ideas complementarias que antes se generaban de forma separada en las empresas. Esto podría proveer mejores condiciones para innovaciones que, de hecho, conduzcan a mercados más competitivos (Azar y Vives, 2019; Vives, 2020).

“No es obvio que, cuando exista un caso de una fusión donde se utilice el aumento de la inversión como un argumento a favor de la operación, eso vaya a ocurrir necesariamente.”

La relación entre innovación y poder de mercado o libre competencia ha sido largamente discutida en la literatura económica. En sus trabajos tempranos, Schumpeter (1934) estableció la idea de que la existencia de rentas monopólicas incentivaría la innovación, por lo que el sistema de patentes haría sentido. En cambio, Arrow (1962) -e incluso Schumpeter en trabajos posteriores- indicaría que la presión de una firma por ser más competitiva, a través de la reducción de costos, haría que los mercados con más participantes incentiven la innovación. En otras palabras, la carrera por tener el precio más bajo, o ser el más eficiente, para poder competir en mejores condiciones, sería el escenario perfecto para innovar más. Estas dos visiones —aparentemente contradictorias— se han estudiado con más sofisticación en la teoría económica. Vives (2008) muestra que, bajo condiciones relativamente generales, y en ciertos ambientes competitivos, una mayor competencia en precios reduciría los incentivos a innovar. Esto se debería a los altos costos fijos que deben incurrir los agentes económicos para experimentar, y luego introducir las innovaciones exitosas en el mercado. No obstante, si uno relaja ciertos supuestos en los modelos de Vives, las respuestas se vuelven muy inciertas: Si en un mismo mercado hay dispersión en los precios de un producto (algo muy usual en la realidad), sin ir a los detalles técnicos del modelo, muchas de las conclusiones se vuelven bastante más ambiguas. Esto, en particular, porque cuando existen varios mercados que las empresas sirven, las decisiones de éstas también varían (por ejemplo, para un mismo producto, pueden haber mercados más o menos elásticos conviviendo, por lo que el ejercicio de poder de mercado también varía entre dichos mercados).

Si bien en la teoría económica el “efecto Schumpeter” y el “efecto Arrow” han sido estudiados de maneras más complejas, en la literatura empírica, esto ha sido menos estudiado. Esto se debe a que existen desafíos empíricos importantes a la hora de establecer relaciones causales entre un mayor poder de mercado y los incentivos a innovar, para luego hacer inferencias respecto del éxito que tienen dichas innovaciones en la reducción de costos. Existe algo de evidencia sobre el hecho de que las patentes no estarían incentivando la inversión a niveles óptimos —lo que sería contradictorio con la teoría de Schumpeter y Vives—; sin embargo, a la hora de analizar los efectos que surgen de las fusiones entre empresas, los desafíos empíricos se vuelven muy complejos: debido a la multiplicidad de variables que afectan los incentivos a la inversión, es difícil identificar el mecanismo por el cual las fusiones pueden afectarlos.

Lo anterior no sólo pone preguntas interesantes para los que estamos en el mundo académico, sino que también para aquellas que están involucradas en la regulación de la libre competencia: No es obvio que, cuando exista un caso de una fusión donde se utilice el aumento de la inversión como un argumento a favor de la operación, eso vaya a ocurrir necesariamente. La respuesta de la academia es “no sabemos bien” y, si bien puede no ser del todo satisfactoria, debiera levantar alertas cuando el argumento de un aumento en la inversión sea esgrimido a favor de una fusión. También, en casos de “common ownership” (cuando una empresa invierte en otra empresa relacionada que no necesariamente es competidor directo) se esgrime el argumento de la inversión en innovación y sinergias que pueden ocurrir entre empresas relacionadas. Nuevamente, la validez de ese argumento dependerá de cuánto se pueden aprovechar las sinergias, y si ese aprovechamiento es mayor que las rentas monopólicas que pueden capturarse debido a la consolidación entre empresas relacionadas (Vives, 2020).

De hecho, Cunningham, Ederer y Ma (2021) desarrollan un modelo en que las presiones competitivas pueden incluso “matar la innovación”: El riesgo de que otras empresas sean más competitivas, a través de inversiones innovadoras, genera peligrosos incentivos para que los jugadores más grandes las adquieran antes de que éstas puedan ejecutar dichas inversiones. Los autores prueban esta teoría en el mercado farmacéutico, evidenciando que estas “adquisiciones asesinas” (killer acquisitions) ocurren con mayor frecuencia de lo que usualmente se piensa. La respuesta de “no sabemos” a la pregunta de la conferencia: “¿Existen las fusiones eficientes?” debiera hacer que miremos con más cuidado los casos de fusiones o “common ownership” cuando se argumente a favor de ellas. En este sentido, el análisis dependerá de una revisión detallada de las condiciones de mercado, las estructuras de “ownership”, y la posibilidad de que la innovación tecnológica permita creer en estas fusiones eficientes, o no.

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