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Vivir (y ganar) un Moot

6.09.2023
CeCo Chile
5 minutos
Clemente Morales O. Estudiante Derecho Universidad de Chile y asistente de investigación de CeCo

El 12 de agosto, concluimos un largo y desafiante proceso de trabajo con el objetivo de lograr el primer lugar en el Moot de Libre Competencia 2023, organizado por la Universidad del Pacífico de Perú y el estudio Bullard Falla Ezcurra+. Fue un logro que nos llenó de orgullo y satisfacción como equipo y que otorgó a la Universidad de Chile su primer título en este tipo de competencias.

En febrero, las profesoras Nicole Nehme y Silvia Retamales convocaron el curso «Seminario de Litigación en Libre Competencia«. Desde el principio, quedó claro que no sería un camino fácil, ya que se establecieron altos requisitos de postulación y se nos pidió un compromiso total con el equipo, el trabajo, las profesoras y, lo más importante, con nuestros compañeros. Todo esto, con el claro objetivo de ganar el Moot.

“Los meses de trabajo, las incontables horas que pasamos juntos y la convivencia en momentos tensos y frustrantes, son las cosas que realmente convirtieron a un grupo de estudiantes en un equipo de compañeros mooties”

Para armar el equipo más competente posible, las profesoras reunieron a estudiantes de derecho, estudiantes de economía y ayudantes, cada uno con habilidades y conocimientos distintos, que nos permitían complementarnos de manera óptima. Este fue nuestro primer desafío: aprender a trabajar juntos como un equipo nuevo y particularmente grande, ya que rara vez se ve un equipo con más de 8 integrantes (nuestro equipo era de 12). Para garantizar nuestro compromiso, el Moot se integró como un curso académico más, con notas y créditos, de modo que la falta de compromiso se reflejaría en nuestro desempeño académico.

En marzo de este año se nos presentó el caso, que involucraba temas de libre competencia, derecho bancario y financiero, criptomonedas y arbitraje. Luego de semanas de estudio, iniciamos la redacción del escrito de demanda. Aunque dividimos el trabajo para enfocarnos en distintas secciones, todos tuvimos que familiarizarnos con todas las áreas del caso. El trabajo se volvió cada vez más exigente, con revisiones y tareas semanales. Fue común quedarnos trabajando hasta altas horas de la noche para cumplir con las exigencias que nos pedían.

El 15 de mayo finalmente enviamos el escrito, agotados pero llenos de orgullo por la calidad del trabajo que habíamos logrado. Aprovechamos una semana tranquila antes de enfrentar el próximo desafío. Poco después, recibimos la denuncia de otro equipo, que debíamos contestar. Iniciamos un proceso similar pero igualmente exigente y agotador. Tuvimos que sumergirnos en el nuevo texto, estudiar la demanda que se nos presentó, identificar sus puntos fuertes y débiles, e investigar para refutar y desestimar argumentos. 

Una vez más, trabajamos arduamente para entregar un escrito de contestación de alta calidad. Hubo momentos en los que pensamos que todo lo que hacíamos estaba mal, pero con el apoyo del equipo, logramos superar esos desafíos. Los meses de trabajo, las incontables horas que pasamos juntos y la convivencia en momentos tensos y frustrantes, son las cosas que realmente convirtieron a un grupo de estudiantes en un equipo de compañeros mooties.

Después de entregar el memorial de contestación, comenzamos la preparación de la etapa oral. Desde el principio sabíamos que esto requeriría mucha dedicación. Se nos ha dicho que los chilenos teníamos dificultades con la modulación y pronunciación del español, y una velocidad insostenible para el oyente. Además, como jóvenes estudiantes, no teníamos la experiencia ni la práctica necesaria para hablar y alegar en instancias como el Moot. Por lo tanto, las profesoras nos sometieron a un intenso régimen de entrenamiento para mejorar nuestras habilidades.

El trabajo fue riguroso, incluso durante los períodos de exámenes, donde todos tuvimos que incurrir en ciertos sacrificios. Tuvimos la suerte de contar con la oportunidad de ensayar frente a economistas y abogados expertos en el área para recrear de manera más realista lo que enfrentaríamos en la instancia real. A medida que pasaban las semanas, nuestro desempeño mejoraba exponencialmente, pero lamentablemente, no todos podían ser elegidos como oradores. Gradualmente, el número de oradores se redujo hasta quedar en el número definitivo de tres. Trabajamos incansablemente para perfeccionar nuestras habilidades, ensayando una y otra y otra vez. Así los días -sin darnos cuenta- fueron pasando, y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos en el aeropuerto partiendo nuestro viaje a Lima, Perú.

Desde el día uno que el plan fue trabajar. Si bien era un lindo viaje, nuestro propósito siempre fue ir competir, por lo que de turismo hubo poco y nada. Los alegatos comenzaban el día dos, y desde un principio tuvimos una estrategia para lograr desempeñarnos de la mejor manera posible. En la mañana una parte del equipo se encargaba de nuestro alegato y de los oradores, afinando argumentos, oralidad y presentaciones; mientras que otra parte -el “equipo espía”- iba a los otros alegatos para ir recabando información de aquellos equipos que no estaban en nuestro grupo de rondas generales (en conformidad con el Reglamento). 

Cada persona del equipo tenía una tarea. Así, día tras día nos íbamos despertando a las 6 de la mañana para llegar a las respectivas audiencias, en la tarde volvíamos al hotel, revisábamos argumentos y afinábamos un sinfín de “detalles”, pero también teniendo que enfrentar crisis emocionales, nerviosismos y “colapsos”. Los días empezaban a las 6 am y terminaban a las 2 am. De sueño y descanso, no hubo mucho.

La estrategia fue un éxito, nuestros oradores se desempeñaron como nunca y si bien los resultados no se iban anunciando audiencia a audiencia, salíamos siempre con un sentimiento de buen desempeño y con la confianza de que continuaríamos avanzando. Este sentimiento fue confirmado en la gala del viernes, en que se anunció nuestro paso a la ronda de eliminatorias. Una vez que escuchamos el resultado, nuestra acción fue inequívoca: de vuelta al hotel a seguir preparándonos.

El día sábado era el todo o nada, cuartos, semis y final del torneo. Fuimos avanzando paso a paso. En primera instancia nos enfrentamos a la Universidad Diego Portales, fue sin duda una batalla. Salimos de la sala nerviosos por el resultado, más de lo que nos hubiera gustado, al rato se nos juntó y se anunciaron los ganadores. Escuchamos nuestro nombre e inmediatamente pusimos manos a la obra para enfrentar la semifinal, esta vez con la Universidad Carlos III de Madrid. Tras un gran desempeño, obtuvimos el resultado que queríamos y anunciaron nuestro paso a la final. Nuestro rival: la Pontificia Universidad Javeriana.

Si bien los nervios eran altísimos, nuestro trabajo no paró. Esas horas fueron eternas, el trabajo no tenía descanso, ni siquiera para comer. El tiempo se hacía corto y la información por revisar, correcciones que hacer, y material que preparar no parecía disminuir. Las horas pasaban y los nervios aumentaban, hasta que llegó la hora. Nos trasladamos al aula magna, listos para ver un duelo de altísimo nivel en el que cualquiera se podría llevar el primer lugar. 

Tras dos horas de interrogatorios, alegatos y contestaciones, se dio por finalizada la final, con un resultado aún incierto. Poco después comenzó la premiación, uno a uno se fueron entregando los premios, hasta llegar al último y más importante: “Mejor Equipo Moot Libre Competencia 2023”. Tras unos segundos de palpable tensión se anunció el ganador: Universidad de Chile. El objetivo se había cumplido.

El desafío que significó el Moot fue único, un trabajo desafiante, exigente y demandante, pero a la vez profundamente enriquecedor, gratificante y memorable de por vida. Tuvimos la suerte como equipo de ser acompañados por profesoras del más alto nivel, ayudantes con disposición hasta en los momentos más improbables y un equipo de estudiantes que de ser 12 desconocidos se convirtieron en un grupo de 12 amigos, que se acompañaron, impulsaron y estuvieron presentes en todo momento. No queda nada más que agradecer por una experiencia inigualable.

Más aún, el aprendizaje académico, profesional y personal, es uno que rara vez se puede conseguir a esta edad y a este nivel, interiorizando a los participantes en lo que es la vida profesional del abogado y del economista. No todos los días uno se encuentra oportunidades como estas, y me parece de suma importancia el poder promover e intensificar la participación de universidades chilenas para adentrarse, enriquecer y profundizar la educación legal de una manera que no es muy común en nuestro país. Resulta siendo una experiencia provechosa no solo para los alumnos sino también para profesores, ayudantes y cualquier otra persona que se involucre en el proceso.

Así quiero agradecer y felicitar a las personas que fueron parte de esta experiencia: las profesoras Nicole Nehme y Silvia Retamales, los ayudantes Camilo Rojas, Antonia Silva, Sebastián Núñez, León González, Ignacio Momberg y Maura Lara, y mis compañeros de equipo Sebastián Chacón, Pamela Cid, Gabriela Rendón, Sofía Toro, Vicente Bavestrello, Camila Fuentes, María de los Ángeles Poblete, Elías Alzamora, Diego Montero, Martín Castro y Maximiliano Aguirre. Este grandioso equipo obtuvo los siguientes premios:

  • Mejor Equipo
  • Mejor Memorial de Demandante
  • Mejor Memorial de Demandado
  • Mejor Interrogatorio a Peritos (Sebastián Chacón & Vicente Bavestrello)
  • Mejor Orador Demandante (Gabriela Rendón).
  • 2º Mejor Orador Demandante (Sebastián Chacón)
  • 2º Mejor Orador General (Sebastián Chacón)

Debo agradecer tambíen a todas aquellas personas e instituciones que nos financiaron e hicieron esta experencia posible, así agradezco al Departamento de Derecho Económico de la Universidad de Chile, a los Estudios Jurídicos Lopez Escobar del Rio, Bofill Mir, Colombara, Carila Diéz Pérez Cotapos, Ortuzar Vergara Boetzch, Pellegrini & Rencoret y a Sebastían Morales, Catalina Medel y Juan Francisco Reyes.

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