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Libre competencia en los nacionalismos chilenos (1910-1939)

30.04.2024
CeCo Chile
7 minutos
Manuel Abarca Meza Abogado de la Universidad de Chile, asociado en Estudio Lewin Abogados.

En contexto de los actuales debates sobre la relación entre el derecho de la competencia e ideologías autoritarias, el caso de los fascismos ha sido cuidadosamente estudiado. Se ha debatido, en general, si es que los monopolios y carteles habrían facilitado el ascenso de gobiernos autoritarios en Europa y si, a la época, se veían estas estructuras como superiores tanto a la “competencia capitalista” como al “dirigismo marxista” (Simón 1947; Crane 2020). En general, esta concepción se enmarca en la idea del “corporativismo” como estructura económica, propuesta tanto por el fascismo italiano como por el nazismo alemán. De acuerdo con esta, corporaciones de cada rama productiva funcionarían como unidades económicas, estando a cargo de los asuntos económicos del Estado, pero sujetas a un único control estatal, con el fin de asegurar un fin único en el que tanto Estado como corporaciones confluyeran (Möller 2000:10). En la práctica, tales corporaciones constituían carteles y monopolios (Wu 2020:33).

En Chile, estas corrientes (que nunca llegaron a altas esferas del poder político local) no mantuvieron una línea continua durante el siglo XX, existiendo una suerte de nacionalismo “republicano” para el centenario de la república y un nacionalismo “fascista” durante la década de los años 30’, entre otras variantes posteriores (Nieva 2018). Sin perjuicio de lo anterior, ciertos postulados comunes también se hicieron cargo del problema de los monopolios locales, proponiendo soluciones bastante similares a sus pares europeos.

«En Chile, estas corrientes (que nunca llegaron a altas esferas del poder político local) no mantuvieron una línea continua durante el siglo XX, existiendo una suerte de nacionalismo “republicano” para el centenario de la república y un nacionalismo “fascista” durante la década de los años 30’, entre otras variantes posteriores»

Para 1910, ya era conocida la “Crisis del Centenario”, en que se criticaba fuertemente la decadencia de la clase oligárquica debido a su inercia frente a las demandas sociales de las clases medias y populares (Salazar y Pinto 2002:39). En este contexto, una serie de ensayistas concordaron que entre las distintas causas de la crisis se encontraba la dependencia excesiva de la economía local de monopolios principalmente extranjeros. Por una parte, Tancredo Pinochet ya manifestaba que la mayor parte del comercio de cabotaje constituía un “monopolio exclusivo” de compañías foráneas, mientras que el mercado laboral de personal superior para barcos mercantes se concentraba en extranjeros, sin que la Escuela de Pilotines pudiera abastecer toda la demanda (Pinochet 1909:138-39). Por la otra, Nicolás Palacios (famoso por su teoría del origen de la raza chilena en la “mezcla de godos y araucanos”) ya denunciaba las “Combinaciones”, carteles de las oficinas salitreras del norte de Chile, que privaban a los chilenos de sus riquezas (Palacios 1918:20).

Una vez que estas ideas se institucionalizaron incipientemente en el recién creado Partido Nacionalista en 1915, su presidente, Guillermo Subercaseaux, propuso como solución la “nacionalización” de distintas industrias, entendida esta, a la época, como que sólo pertencieran “a chilenos a extranjeros radicados en el país, de manera que sus utilidades no sean extraídas, para ser invertidas en el extranjero” (Subercaseaux 1918:23). Entre los mercados propuestos para la prohibición de participación de accionistas extranjeros se encontraban los seguros y la banca. Con todo, en el caso de la gran industria manufacturera, se debía permitir capitales extranjeros, debido a la falta de conocimientos técnicos a nivel local (Subercaseaux 1918:24).

Casi 20 años después, en 1932 se formalizaron dos grupos políticos que incluyen, ya de manera explícita, el ideario fascista respecto de monopolios y carteles: la Acción Nacionalista de Chile y el Movimiento Nacional Socialista. La Acción Nacionalista, haciendo suyo el problema de “monopolios que no sea[n] de la comunidad de todos los chilenos”, proponía tanto una “política nacionalista” para nacionalizar los capitales extranjeros como una “mentalidad socialista” que organizara el esfuerzo colectivo, debiendo el Estado “prohibir que el capital se esconda o se fugue, [e] impedir que la tierra no se cultive o qué se cierre la fábrica” (Acción Nacionalista de Chile 1932:10). Para evitar esta aparente contradicción, el Estado sería dueño preferente de todo el suelo chileno, pero debiendo respetar la propiedad y el producto del trabajo cuando reportaran beneficios sociales (Acción Nacionalista de Chile 1932:11).

En paralelo, los “nacistas” del Movimiento Nacional Socialista de Chile ya reconocían al corporativismo alemán como el siguiente paso ante la “crisis” del capitalismo (Valdés 2012:57). Primeramente, Carlos Keller denunciaba el monopolio del carbón chileno que se formó durante la Primera Guerra Mundial. En este caso, las utilidades generadas, en vez de reinvertirse en el proceso productivo, fueron repartidas entre los accionistas. Esto generó la crisis de la industria, debiéndose, “con toda lógica criolla”, solicitar ayuda del Estado (Keller 1931:200-201). Desde Temuco, el núcleo local, citando textos fascistas de Italia, aducía que “el círculo del capitalismo tiende a restringirse, a cerrarse cada vez más, a convertirse en monopolio de unos cuantos dirigentes, de quienes se pueden reconocer todas las actitudes para la aventura, pero en que no se encuentra ninguna de las cualidades necesarias para la producción”, generando un “capitalismo de casta cerrada” sin cualidades para la producción  (Núcleo Nacista de Temuco 1933:19). Ante esto, una estructura corporativista eliminaría derechamente los monopolios.

Ya en propuestas concretas, Jorge González von Marées entendía que los monopolios no eran un problema por sí solo, toda vez que “la concentración de la producción de un artículo de gran consumo, en una sola mano, permite reducir considerablemente sus costos de producción, a la vez que mejorar la calidad del producto, por la ampliación de las ventas de la empresa respectiva” (González von Marées 1940:203), agregando que el daño que producen se debe a “la carencia de organismos estatales idóneos para mantener un estrecho control sobre ellos”. Consecuentemente, monopolizar mercados con fuerte órganos controladores de su actividad “facilita[ría] considerablemente la acción interventora del Estado para condicionar la producción a las necesidades de consumo” (González von Marées 1940:204).

Como puede apreciarse, el tratamiento del problema de los monopolios y carteles por los nacionalismos chilenos pareciera haber tenido un denominador común: la dependencia local de capitales extranjeros que impedían el aprovechamiento de las riquezas. La diferencia radicó en las propuestas de estas corrientes: los primeros nacionalismos abogaron por la “nacionalización” de las industrias, en términos que se prohibiera la participación de accionistas extranjeros en industrias estratégicas chilenas. Posteriormente, y en contexto de la ascensión de los fascismos en Europa, surgieron propuestas derechamente corporativistas, en que los monopolios y carteles no se vieron como un problema, ya que, estas propuestas los eliminarían o los controlarían, evitando cualquier efecto nocivo. Con todo, estas soluciones implicaban que el Estado controlara en todo momento la actividad económica de las corporaciones y dirigiera la producción en base a un fin determinado por este. En otras palabras, esta aproximación al problema de los monopolios y carteles también presuponía la restricción de la competencia y la tolerancia a estos, siempre que fueran funcionales al proyecto ideológico.

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Referencias

Acción Nacionalista de Chile. 1932. Ideología de la Acción Nacionalista de Chile. Santiago de Chile: La Cruz Svástica.

Crane, Daniel. 2020. «Fascism and Monopoly». Michigan Law Review 118(7):1315-70. doi: https://doi.org/10.36644/mlr.118.7.fascism.

González von Marées, Jorge. 1940. El mal de Chile: Sus Causas y sus Remedios. Santiago de Chile: Talleres Gráficos Portales.

Keller, Carlos. 1931. La Eterna Crisis Chilena. Santiago de Chile: Imprenta Nascimento.

Möller, Magdalena. 2000. «El Movimiento Nacional Socialista Chileno (1932-1938)». Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile.

Nieva, José. 2018. «El Nacionalismo Chileno: Una Corriente Política Inconexa». Revista de Historia Americana y Argentina 53(1):167-202.

Núcleo Nacista de Temuco. 1933. Nacismo Chileno: Un Estudio Social. Temuco: Imprenta Aldea.

Palacios, Nicolás. 1918. Raza Chilena: Libro Escrito por un Chileno y para los Chilenos. 2a. Santiago de Chile: Chilena.

Pinochet, Tancredo. 1909. La Conquista de Chile en el Siglo XX. Santiago de Chile: La Ilustración.

Salazar, Gabriel, y Julio Pinto. 2002. Historia contemporánea de Chile, Vol. 2. Actores, identidad y movimiento. Santiago de Chile: LOM.

Simón, Raúl Luis. 1947. Los Trusts en el Hecho y en el Derecho. Santiago de Chile: Imprenta Nascimento.

Subercaseaux, Guillermo. 1918. Los Ideales Nacionalistas ante el Doctrinarismo de Nuestros Partidos Políticos Históricos. Santiago de Chile: Universitaria.

Valdés, Mario. 2012. «De Movimiento Nacional-Socialista de Chile a Vanguardia Popular Socialista (1938 – 1941)». Revista Pencopolitana de Estudios Históricos y Sociales (2):55-84.

Wu, Tim. 2020. The Curse of Bigness. Londres: Atlantic Books.

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