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Tras su paso por la presidencia de la Federal Trade Commission (FTC) durante los años 2021-2025, Lina Khan se consolidó como una de las figuras más influyentes y controversiales en el debate contemporáneo sobre política de competencia en Estados Unidos. Su mandato se caracterizó por una reinterpretación agresiva del enforcement de las reglas de antitrust, centrada en el fortalecimiento de la competencia efectiva, el control de concentraciones y la actualización de herramientas legales frente a nuevas dinámicas de mercado. Este enfoque despertó un amplio respaldo en sectores académicos y sociales, pero también generó resistencia significativa desde el Congreso, la industria y parte del ecosistema regulatorio (ver nota CeCo, El legado de Khan y Kanter en la política de competencia en EE.UU., y columna de A. Palacios What is it about Lina Khan that attracts so much attention?).
En el podcast Capitalisn’t, conducido por Bethany McLean y Luigi Zingales, Khan repasó los principales hitos de su gestión al frente de la FTC. La conversación abordó el fundamento doctrinario de su agenda, las duras críticas que enfrentó, las continuidades observadas bajo la nueva administración y los desafíos regulatorios pendientes en temas de colusión algorítmica, concentración económica y producción de conocimiento académico en antitrust.
Khan planteó su visión al frente de la FTC como una que estaba centrada en la acción. En el podcast, explicó que su prioridad fue traducir diagnósticos estructurales en medidas específicas que abordaran problemas reales del mercado. “Si uno toma riesgos, debería poder cosechar las recompensas si tu producto funciona”, afirmó. Por eso, señaló, las leyes antimonopolio son un componente esencial del sistema: garantizan que innovadores y nuevos actores tengan una oportunidad justa de competir. Bajo esa premisa, la agencia que lideró desplegó una serie de iniciativas que buscaron reforzar la competencia en distintos ámbitos, desde el acceso a medicamentos hasta la movilidad laboral (ver nota CeCo “La visión anglosajona sobre la libre competencia y los mercados laborales”).
Uno de los ejemplos más ilustrativos fue su ofensiva contra las farmacéuticas que utilizaban artilugios legales para bloquear la entrada de genéricos. También mencionó el caso de los inhaladores para el asma: durante décadas, su precio se mantenía artificialmente alto, pese a tratarse de una tecnología consolidada. La FTC litigó contra las barreras de patentes y, tras las acciones presentadas, tres de los cuatro grandes fabricantes anunciaron una baja del precio a $35 USD.
A juicio de Khan, el principal impacto de su gestión no se midió solo en fallos judiciales, sino en el cambio de comportamiento de las empresas. “Una de las cosas que más me sorprendió fue escuchar de abogados de antitrust y altos ejecutivos que, antes de la administración Biden, al evaluar operaciones, el riesgo antitrust no se mencionaba en absoluto. Y si se hacía, era al final, cuando ya se habían resuelto los factores principales”.
Parte de la gestión de Khan se centró en revisar cómo la FTC entiende y ejerce sus facultades legales. Según explicó en el podcast, a partir de la década de 1980 hubo un esfuerzo deliberado por abandonar las leyes tal como fueron escritas, reemplazándolas por lo que describió como una suerte de “antitrust basado en sensaciones” (vibes based antitrust), guiado por los escritos de un pequeño grupo de economistas (sobre la aproximación que toma la comunidad de libre competencia hacia el texto legal, ver Investigación CeCo “Antitrust and democracy”). Frente a ello, su equipo optó por revisar directamente lo que dicen las normas y las opiniones de la Corte Suprema, identificando herramientas que habían sido abandonadas o poco utilizadas por razones que no estaban en el texto legal.
Uno de los ejemplos más claros fue la reactivación del Robinson–Patman Act, una norma de 1936 que prohíbe discriminaciones injustificadas entre compradores (ver nota CeCo, Origen, fines y desafíos del Robinson-Patman Act en Estados Unidos). Durante décadas, su aplicación había sido dejada de lado por considerarse obsoleta. Para Khan, esa omisión no respondía a cuestiones jurídicas, sino a decisiones institucionales cuestionables: “lo grotescamente antidemocrático no es aplicar la ley, sino decidir que ya no nos gusta y dejar de usarla”. Con este nuevo foco, la FTC inició acciones contra Southern Glazer y PepsiCo (aunque esta última fue recientemente desestimada por la propia agencia), a partir de antecedentes que mostraban que pequeños comercios estaban recibiendo precios más altos que los que se ofrecían al público en grandes cadenas.
La renovación también incluyó cambios internos. La agencia incorporó perfiles técnicos más diversos: economistas laborales, contadores forenses, ingenieros de datos y especialistas en inteligencia artificial. Se creó una Oficina de Tecnología con el objetivo de entender cómo operaban los algoritmos utilizados por las grandes plataformas (sobre el impacto del avance tecnológico en el derecho de competencia, ver artículo de E. Ruiz-Tagle “De la Teoría a la Tecnología: Computational Antitrust”).
Con la asunción de Donald Trump, que llevó a que Lina Khan dejara la FTC, muchos esperaban un giro inmediato en la política de competencia de EE.UU. (ver columna M. Jacobs). Lo sorprendente, sin embargo, fue lo que no cambió. La nueva administración republicana mantuvo las guías de fusiones publicadas a fines de 2023 (ver nota CeCo “La nueva (y oficial) Guía de fusiones de la FTC y DOJ: Contenido, modificaciones y alcances”). Conservó la reforma del formulario de notificación de Hart–Scott–Rodino Act, que obliga a las empresas a entregar más antecedentes al notificar operaciones. Incluso decidió continuar con varias de las demandas emblemáticas contra Meta y Google. En palabras de Khan, lo que se observa es “una continuidad llamativa” (ver nota CeCo, El nuevo conservadurismo antitrust de la FTC, según Andrew Ferguson). Esto sugiere que, pese a la controversia, el legado de Khan ya no pertenece solo a la administración de Biden, sino que al parecer se habría transformado en parte de un nuevo consenso (al menos en parte).
Hacia el final de la conversación, Khan abordó un aspecto menos comentado de la política de competencia: la influencia que ejercen las grandes plataformas sobre el debate académico. Consultada por las críticas de Jonathan Kanter a los conflictos de interés en la comunidad económica, Khan fue enfática: “Creo que el problema de académicos que trabajan simultáneamente como consultores y no lo revelan abiertamente es un tema mayor” (sobre esto, ver nota CeCo “J. Kanter y los falsos profetas (exposición en Fordham)”).
Según explicó, la falta de transparencia no solo afecta la independencia de quienes intervienen en litigios, sino que puede sesgar por completo la producción de conocimiento. “Si la mayoría de los académicos antitrust están siendo contratados por monopolios para opinar y orientar su investigación en ciertas direcciones, eso termina moldeando qué información y qué investigaciones llegan siquiera a producirse”. Para Khan, este es un ámbito que requiere reformas urgentes y salvaguardias institucionales.
Tras dejar la FTC, Khan se ha volcado al trabajo académico, centrando sus esfuerzos en la investigación, la docencia y la formación de nuevos profesionales en el ámbito del derecho de la competencia. Es más, ya retomó la publicación académica, como muestra su reciente artículo en la Stanford Law Review, donde analiza cómo la FTC puede utilizar su autoridad contra prácticas “injustas” para frenar los abusos de datos personales en la economía digital. Seguramente seguirá dando que hablar en este rol.
Hacia el final del episodio, Luigi Zingales ofreció una lectura crítica sobre la forma en que fue tratada Lina Khan durante su gestión. A su juicio, la crítica desmedida frente a sus decisiones reflejó un doble estándar que rara vez se aplica a otros líderes de agencias regulatorias. “Si uno nunca pierde un caso, es porque no está apostando lo suficiente”, afirmó, argumentando que un enforcement efectivo implica necesariamente poner a prueba nuevas teorías legales y asumir que no todas prosperarán en tribunales. En su visión, la verdadera audacia de Khan no estuvo en un supuesto radicalismo, sino en su voluntad de litigar para redefinir el alcance del derecho de la competencia frente a los desafíos contemporáneos.
Zingales también llamó la atención sobre la diferencia de trato entre Khan y su contraparte en el Departamento de Justicia, Jonathan Kanter. Ambos compartían, según sus palabras, una misma filosofía doctrinaria y adoptaron estrategias similares en sus respectivas agencias. Sin embargo, mientras Kanter fue ampliamente reconocido por su liderazgo, Khan enfrentó filtraciones internas, cuestionamientos constantes y un entorno que pareció hostil desde el inicio. “Básicamente hicieron lo mismo, pero Kanter fue recibido con mucho más respeto. No sé si es porque ella es mujer, o porque él tenía una carrera más tradicional. Pero su vida en el DOJ fue mucho más fácil que la de Lina en la FTC”.
Durante la conversación, Luigi Zingales cuestionó el uso del término “Brandesiana” para referirse a Lina Khan, una etiqueta que, según explicó, ha sido empleada más para aislarla del debate tradicional que para describir con precisión su enfoque (sobre el futuro de la escuela neobrandesiana tras su desahucio institucional, ver artículo de I. Peralta “¿Requiem para los neobrandesianos? Sobre la lucha de trincheras de la libre competencia”).
Lo disruptivo de su mandato, sostuvo Zingales, fue que se tomó en serio el texto legal y apostó por litigar casos difíciles, lo que obligó a los tribunales a pronunciarse sobre nuevas hipótesis de daño anticompetitivo. Entre ellas, destacó los llamados “killer acquisitions”, como el caso Meta–Within, que, aunque no prosperó en tribunales, abrió la puerta a que los jueces consideren teorías basadas en amenazas potenciales a la competencia (ver nota CeCo, FTC v. Meta/Within: La mano de Lina Khan llega al Metaverso). Para Zingales, este tipo de esfuerzos no deben interpretarse como fracasos doctrinarios, sino como avances estratégicos en la adaptación del derecho antitrust a nuevos escenarios de mercado.
En definitiva, sostuvo que etiquetar a Khan como “Brandeisiana” no solo simplifica su pensamiento, sino que desvía el foco del debate real: su intento por restituir la función pública del enforcement como instrumento legítimo para equilibrar el poder económico.
– Transcripción de episodio de podcast en inglés aquí.
*Todas las traducciones al español contenidas en esta nota son de su autora