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Colusión impulsada por la Inteligencia Artificial: una amenaza emergente

La encrucijada entre IA y energía: claves para una expansión sostenible

9.07.2025
CeCo Mexico
Carlos García C. Abogado e internacionalista especialista en derecho de la competencia, regulación económica y tecnología. Colaboró por más de una década en COFECE, liderando la detección de conductas anticompetitivas, así como el desarrollo de proyectos estratégicos de transformación digital y tecnologías emergentes.

La expansión de la IA y su consumo energético creciente

El uso de la inteligencia artificial (IA) ha experimentado un crecimiento acelerado, y se ha extendido en distintos contextos, desde los negocios hasta la educación, e incluso en actividades cotidianas. Las aplicaciones de IA se han multiplicado de forma vertiginosa, impulsando cambios en sectores productivos, en los procesos regulatorios y en las estrategias tanto empresariales como gubernamentales. Sin embargo, hay un aspecto que ha cobrado mayor relevancia y que merece una mirada analítica: el consumo energético que demanda la expansión de la IA.

La energía es mucho más que un insumo: es un factor habilitante que sostiene la expansión y evolución de la IA. La infraestructura energética, desde la generación hasta el propio acceso a redes eléctricas, es esencial para que el funcionamiento de la IA sea viable. Sin una base energética sólida, el uso de la IA se limita a proyectos piloto que no tienen una posibilidad real de escalar.

«Invertir en infraestructura resiliente, priorizar energías limpias y promover mercados competitivos que estimulen la innovación son pasos clave para que la IA sea, en efecto, un motor de desarrollo sostenible y equitativo para la región».

Los centros de datos son un ejemplo paradigmático. Por su propia naturaleza, demandan energía las 24 horas del día para múltiples actividades, desde el procesamiento de información hasta funciones clave estructurales, como la refrigeración de la infraestructura tecnológica. Sin embargo, esto ha hecho que el consumo global de energía por centros de datos incremente significativamente. 

En un Estudio de la Agencia Internacional de Energía (AIE) se estima que entre 2022 y 2026 el consumo eléctrico global derivado de data centers crecerá entre 20% y 50%, impulsado en gran parte por los nuevos modelos de IA Generativa. El costo y calidad del suministro energético son condiciones clave para la expansión digital. Así, la expansión de la IA depende directamente de que existan redes eléctricas confiables y capaces de integrar fuentes limpias y descentralizadas. Esto es particularmente relevante en una región como América Latina, donde las brechas en infraestructura y cobertura energética siguen siendo persistentes, al mismo tiempo que se presenta una expansión del consumo eléctrico por nuevos servicios digitales. 

Sostenibilidad ambiental y economía digital

En una columna publicada hace algunas semanas, la Dra. Alba Ribera ofrecía una opinión sobre el consumo energético de los sistemas de IA con la cual coincido plenamente. Es fundamental que seamos conscientes del dilema ambiental (y sus impactos globales) que plantea la expansión del consumo energético derivado de la expansión digital. 

Es claro que el consumo energético del sector tecnológico, en particular el de centros de datos que operan grandes volúmenes de IA generativa, seguirá creciendo y representará una proporción creciente del consumo global. En este sentido, es momento de tomar la oportunidad para que las empresas y gobiernos apuesten por estrategias que promuevan la sostenibilidad ambiental alineada con la adopción tecnológica.

Estudios del Foro Económico Mundial han estimado que la optimización de redes eléctricas, incluso capitalizando la tecnología por medio de sistemas inteligentes, puede reducir entre un 5% y un 10% las emisiones del sector eléctrico global para 2030. Esta es una lección clave para América Latina, donde la expansión energética es un desafío, no solo para fomentar que el consumo eléctrico derivado del uso de la IA sea sostenible, sino para reducir brechas sociales y económicas.

En ese sentido, vale la pena pensar en la forma en la que podría utilizarse incluso a la propia IA para mejorar la eficiencia de los sistemas eléctricos —por ejemplo, predecir fluctuaciones en la demanda, ajustar automáticamente cargas en tiempo real y anticipar la intermitencia de fuentes—. La expansión de energías limpias y la resiliencia del sistema pueden, por tanto, verse favorecidas por un uso estratégico de la tecnología de forma conjunta.

Existen empresas tecnológicas que ya han comenzado a utilizar algoritmos para planificar generación y consumo. La expansión de la IA es una oportunidad para que la región adopte políticas que fomenten la expansión de fuentes renovables y la integración de nuevos modelos de consumo que sean a la vez más sostenibles y competitivos.

Latinoamérica: desafíos y oportunidades para la región

La expansión del consumo energético por IA es especialmente sensible en Latinoamérica. En países como México, el despliegue de centros de datos depende en gran medida de redes eléctricas que fueron diseñadas para demandas menos intensivas, menos dinámicas y sobre todo a partir de fuentes de energía no renovables. 

Las restricciones en capacidad instalada y la falta de inversiones en energías renovables no sólo encarecen los servicios digitales y limitan su expansión geográfica, sino que también implican que el desarrollo de IA en el país dependerá del uso de fuentes energéticas que no sólo contaminan más, sino que son menos eficientes.

En este contexto, es clave ampliar la conversación entre gobierno y empresas para que los operadores digitales y energéticos trabajen coordinados para garantizar un suministro confiable y sostenible. Los gobiernos deben comprender que, sin una expansión energética planificada e inversión estratégica en el uso de fuentes renovables, los beneficios de la economía digital y la IA se verán limitados. Por ello, es vital que la expansión de la infraestructura digital vaya acompañada de estrategias energéticas que sean sostenibles y que promuevan la equidad en el acceso.

La política de competencia ante la expansión de la energía y la IA

Desde el derecho y la política de competencia, la expansión del consumo energético por IA plantea dos retos fundamentales. Primero, debe evitarse que en países en los que prevalecen estructuras monopólicas con diseños jurídicos en los que se privilegia a empresas paraestatales —como es el caso de México—, se afecten los incentivos para invertir y desarrollar mejores fuentes de energía. La certeza jurídica a la inversión es clave, como también el asumir una visión a largo plazo en el que la demanda energética pueda ser cubierta mediante renovables.

Segundo, el crecimiento de mercados digitales, como es el caso de cómputo en la nube e IA, debe acompañarse de medidas procompetitivas. Para ello, es indispensable que la política de competencia promueva condiciones que fomenten la innovación y el desarrollo de estos modelos de negocio.

En suma, la expansión de la IA y su consumo energético representan una oportunidad para que Latinoamérica replantee su estrategia digital y energética bajo una óptica complementaria de competencia.

Invertir en infraestructura resiliente, priorizar energías limpias y promover mercados competitivos que estimulen la innovación son pasos clave para que la IA sea, en efecto, un motor de desarrollo sostenible y equitativo para la región. Esta es una agenda que requiere la colaboración entre reguladores, empresas y sociedad civil para que la expansión de la economía digital sea un catalizador del progreso sin generar daños irreversibles al medio ambiente, ni limitar el acceso a la sociedad a los beneficios que derivan del desarrollo tecnológico.

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