CeCo | Testimonio sobre la P. U. Javeriana en el Moot 2024
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Moot 2024, Universidad Javeriana, Universidad del Pacífico, Colombia, Perú, equipo

Victoria Cafetera en Territorio Inca: Testimonio sobre el camino de la P. U. Javeriana en el Moot 2024

20.08.2024
CeCo Colombia
Oscar Pineda A. Estudiante de Derecho y Economía de la Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.

Con enorme dicha puedo decir que el equipo de la Pontificia Universidad Javeriana ha alcanzado la victoria en el Moot de Libre Competencia 2024, evento organizado por la Universidad del Pacífico y el estudio Bullard Falla Ezcurra +. Tras varios años de perseguir el título y quedar en segundo lugar en distintas ediciones del concurso, una combinación de excelentes y disciplinados compañeros de equipo, entrenadores robustos y ensayos tras ensayos de audiencias simuladas, logramos traer de vuelta el título de “1er lugar de la competencia”.

Además del premio mayor, el equipo también obtuvo estos reconocimientos: (i) segundo lugar en mejor orador general; (ii) tercer lugar en mejor orador demandante – estos dos premios otorgados a Marianne Mejía –; y, (iii) mejor interrogatorio a peritos.

«Invito a todos aquellos que leen esta columna que, si aún tienen la oportunidad en sus manos de participar en un concurso de juicios simulados, no desaprovechen ni un solo segundo para ser los primeros en postularse»

El equipo se compuso por siete estudiantes de Derecho (Mariana Calderón, Marianne Mejía, María José Gómez, María José Vargas, Antonio Galindo, Tomás Vargas y el suscrito, Oscar A. Pineda) y tres entrenadores (Olga Mutis, Mariana Camacho y Hernán Panesso) que, aunque hace dos meses era claro quiénes viajaríamos a Lima, al inicio de año éramos casi veinte estudiantes con ansías y zozobra de saber quiénes serían los elegidos.

Esta es nuestra historia: para poder competir, los estudiantes debíamos inscribir la materia electiva “Formación práctica en derecho económico”. Muchos de nosotros llegamos por recomendaciones de profesores, amigos y exparticipantes del Moot, quienes nos hablaban de tener una ´vara´ muy alta dado que la universidad quedó en varios años como subcampeona. Y no solo era tal el nivel de presión, sino que nuestros entrenadores, en un principio, limitaban el equipo a solo cuatro personas, lo que hacía más compleja la probabilidad de quedar seleccionado.

Debo reconocer que cada estudiante inscrito a la clase tenía su encanto: unos tenían mayores habilidades para hablar en público, otros destacaban por su conocimiento en el campo de concentraciones económicas, otros investigaban muchísimo para las exposiciones que teníamos a lo largo del semestre y, en general, todos tenían una disposición impresionante para el curso. Tanto así que, como lo narran los entrenadores, duraron más de una semana armando y desarmando la lista de integrantes a seleccionar.

Una vez seleccionados, y aunque durante el curso fuimos armando borradores entre todos para el memorial de demanda, tuvimos el corazón en la mano todas las noches que nos reuníamos porque entendíamos cada vez menos lo que planteaba el Moot. Nuestros entrenadores decían: “no se fijen en los elementos distractores, no todo es importante”. Pero ¿cómo ignorar temas que eran evidentemente semejantes entre los hechos del caso e investigaciones lideradas por las autoridades de competencia en el mundo? ¿Cómo pasar por alto dificultades en el arbitraje que componían la parte clave del discurso? Para ese momento, nos identificábamos plenamente con la frase de Michel Legrand: “cuanto más aprendo, más me doy cuenta de lo poco que sé”. La historia era un poco la misma frente al memorial de contestación en razón a que habíamos investigado tantos temas que no veíamos una defensa clara y legítima para sostener nuestra posición. Pese a todos estos inconvenientes, los memoriales fueron entregados a satisfacción y con el orgullo de como quien pasa un ‘examen final’.

Finalmente, transcurrieron semanas intensas de entrenamiento que implicaban la preparación de dos o tres audiencias simuladas por semana, revisión e implementación de los comentarios de las audiencias, análisis de jurisprudencia y laudos arbitrales, lectura de docenas de doctrinantes para soportar nuestras posiciones y noches de vigilia intentando descifrar qué hacer para entender por qué las personas que nos escuchaban no les quedaba tan clara la teoría del caso.

De hecho, llegamos a pensar que no íbamos tan bien preparados a Lima, dados los comentarios de nuestras últimas prácticas orales. Aun así, el equipo creía en la fortaleza de cada uno de los integrantes y que, dada la preparación de los últimos meses junto con los mejores abogados de libre competencia en Colombia y economistas, implicaba estar lo suficientemente listos para las preguntas de los árbitros. La adrenalina, las ganas de dar lo mejor de sí mismo y las estrechas relaciones que teníamos unos con otros se apoderaron del grupo ad-portas del evento inaugural a una magnitud que, en pocas palabras, terminó de encajar a todo el equipo y solventó todas aquellas dudas que, a partir de la primera audiencia, vimos en gran parte desvanecidas.

Así las cosas, este Moot nos dejó varias enseñanzas: (i) la especialización de cada uno en los temas que le apasionaban permitió el flujo de trabajo; (ii) más allá de la competencia, las relaciones que se crean en el Moot no tienen precio; (iii) la amistad y el trabajo en equipo prevalecen sobre el resto; (iv) estar preparados para lo imprevisible es clave.

La especialización fue imprescindible en nuestra estrategia. Es evidentemente insostenible que una sola persona conozca todo el derecho y los términos económicos alrededor de los innumerables temas que implica un Moot. La complejidad de este concurso llegó a abarcar temas incluso de procesal civil, como vimos en la final. De allí que varios de mi equipo, donde me incluyo, aprendimos que no lo podemos hacer todo solos y que la descentralización de tareas permitía que, finalmente, cada integrante pudiera aportar lo mejor de sí mismo para contribuir con el equipo.

Así, nuestro enfoque versó en explotar los conocimientos y especialidades de cada uno para luego unir un discurso coherente: algunos estuvieron o estaban cursando la asignatura de arbitraje internacional, componente de uno de los énfasis de la carrera de Derecho de la universidad; otros tenían experiencia en despachos de propiedad industrial, litigios y derecho de la competencia; y, como era indispensable, tuvimos expertos e hinchas del fútbol que nos asesoraban en el funcionamiento del mercado y nos corregían muy pacientemente a aquellos que no teníamos tanta relación con el deporte. Es así como funcionó nuestro equipo, impulsando las habilidades de cada quien para aportar a las personas que nos representarían en la competición.

Ampliar las fronteras académicas permitió que muchos de nosotros conociéramos colegas de buena parte de los países participantes. De las cosas que más valoramos en el Moot fue que nos dejó con muy buenos amigos en toda Latinoamérica y España. El Moot no fue exclusivamente una competencia, sino un punto de partida para una serie de oportunidades que se abrirán en el futuro y que, seguramente, compartiremos con algunos de los participantes del concurso.

El Moot nos unió a tal punto de llegar a ser muy buenos amigos. En vista de que algunos de los integrantes del equipo desarrollan otras labores además de su carrera universitaria, la disponibilidad de tiempo no estuvo siempre a nuestro favor. La experiencia nos diría que, en vista de que todos tenían otros proyectos, nos podríamos haber alejado los unos de los otros para dar prioridad a los asuntos propios. Pero, para nuestro caso, esta premisa no podría ser más errónea. Nuestro grupo se mantuvo siempre unido, con disposición de colaborar al otro en temas de los que no teníamos siquiera una mínima pista de por dónde empezar y, lo más importante, con el sueño de apoyar el uno al otro para que sobresaliera en la competencia.

Fue tal la fraternidad que llegamos a armar arengas, bailes – todos nuestros competidores tienen pruebas fidedignas de nuestros dotes artísticos durante el cóctel de cuartos de final – y agüeros antes de empezar cada audiencia. De allí que no solo funcionó trabajar disciplinadamente, sino que también disfrutábamos en la misma proporción.

Esto me lleva a decir que solo dedicarse al trabajo conduce a ignorar las situaciones, coyunturas, experiencias y vivencias de los demás, por lo que reírse de tanto en tanto y compartir con el equipo garantizó un mejor ambiente para cooperar.

La preparación previa incluía un cierto factor de sorpresa que, bien manejado, permite a un equipo mantener la calma en los momentos más difíciles. En el Moot, son más los aspectos que no se pueden controlar frente a los exageradamente pocos que sí pueden ser objeto de estudio y solución por parte de un equipo. Entre los puntos que son dados al azar están: el conocimiento del árbitro sobre los detalles del caso, los nervios de los oradores, el número y tipo de preguntas que se hacían en cada audiencia, que el equipo demandante aporte argumentos totalmente distintos a los preparados por el equipo demandado, una réplica o dúplica de la contraparte o propia que abra una ronda de preguntas con los árbitros en temas que tal vez el equipo no esté tan preparado, entre otros. Para ello, nuestro consejo es escuchar y leer la situación. Muchas veces la solución está en el mismo escenario y no nos fijamos que es más sencillo de lo que parece. Claramente no lo sabemos todo, pero podemos adaptar nuestra comprensión del tema a las exigencias del problema. Así mismo, la preparación y planificación debe ser intensiva, a tal punto de lograr que cualquier circunstancia se adapte a lo que hemos estudiado. De allí que la comunicación en equipo sea clave, para transmitir todas las ideas, conceptos y alegatos de la forma más clara posible al orador y que este pueda explicarlos en caso de ser necesario.

Hoy en día con los integrantes de mi equipo recordamos las dulces anécdotas que vivimos en Lima y el Moot, y no podríamos sentirnos más satisfechos con esta experiencia. Invito a todos aquellos que leen esta columna que, si aún tienen la oportunidad en sus manos de participar en un concurso de juicios simulados, no desaprovechen ni un solo segundo para ser los primeros en postularse.

Aunque todo lo bueno llega a su término, los lazos y experiencias del Moot perdurarán en las carreras y los corazones de cada uno de nosotros. Nos quedamos con simpáticos recuerdos de los argentinos, chilenos, mexicanos, uruguayos, peruanos, bolivianos, ecuatorianos, españoles y, con aquellos equipos que no tuvimos un acercamiento tan fraterno, agradecemos por los deseos de éxito que nos dábamos los unos a los otros en los coffee breaks mientras los nervios estaban a reventar.

Le damos un especial agradecimiento a CeCo por permitirnos compartir nuestra experiencia en este medio y que, además, hizo las veces de nuestra estrella polar a la hora de estudiar conceptos de derecho de la competencia y economía.

Así mismo, extendemos nuestro más sincero aprecio a los abogados y economistas que nos dedicaron unas horas de sus apretadas agendas para escuchar nuestros alegatos y entregarnos sus muy valiosos comentarios y a nuestros patrocinadores, quienes nos dieron su voto de confianza para representar a Colombia: Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana, Uribe * Yáñez Asesores Legales, Baker Mckenzie Colombia, Esguerra JHR, CEDEC, Galindo Vácha Abogados, Brigard Urrutia y Corcione Abogados.

Y, para concluir, envío un abrazo a las mujeres y hombres que compusieron el equipo, unas personas aguerridas que, de ahora en adelante, puedo llamarlos ¡mis muy buenos amigos!

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